Hace unos días…

una querida suscriptora amante de las manualidades y la creatividad hechas a crochet que está cursando 1 de nuestras formaciones, me dio su opinión no solicitada sobre el antiguo contenido que había en esta Url (Esta página). 

Su opinión fue la siguiente…

“El crochet y el ganchillo son lo mismo”

la respuesta no es simple, porque, aunque en esencia son similares, culturalmente existen diferencias sutiles.

¿Qué quiero decir con esto? Sí, hay diferencias, porque el crochet es la adaptación francesa de la palabra «ganchillo». Pero aquí hacemos un pequeño matiz…

Las técnicas varían según el lugar donde se practique el crochet o el ganchillo. Las manos creativas de distintas culturas han dado forma a este hermoso arte de manera única.

Pero lo verdaderamente fascinante de todo esto es la historia que se esconde detrás de esta agradable terapia de costura. Una historia que nos transporta al pasado, a tiempos en los que aprender crochet no era tan sencillo.

Verás como ahora si entiendes mi respuesta…

Hace miles de años, en el neolítico, en un mundo muy distinto al que conocemos hoy, los seres humanos comenzaron a tejer…

No con agujas modernas ni sofisticadas máquinas, sino con hilos de lana y lino, husos y telares rudimentarios.

Era una época en la que la supervivencia dependía en gran medida de la habilidad para crear prendas que los protegieran del clima implacable.

En aquellos tiempos, la aguja de coser ya tenía una antigüedad de al menos 40,000 años, ¡un testimonio asombroso de la ingeniosidad humana!

Pero el tejido a mano con agujas se desarrolló aún más con el tiempo, y en el antiguo China alrededor del año 3000 a.C., comenzaron a utilizar seda en sus tejidos, mientras que en Egipto, maestros artesanos desarrollaron técnicas para obtener finas telas de lino y algodón.

Desde lo prehistórico hasta lo tecnificado, el tejido a mano con agujas fue evolucionando lentamente.

En Europa, algunos creen que esta técnica llegó de la mano de los árabes en el siglo V, mientras que otros sostienen que se originó en Escocia y se extendió por todo el continente.

No fue hasta los siglos XIV y XV que el tejido a mano con agujas floreció en Inglaterra y Francia, adornando las prendas y decorando las casas de la época.

Pero la verdadera magia estaba por venir con el surgimiento del crochet…

El origen exacto del crochet sigue siendo un misterio, pero algunas teorías sugieren que se desarrolló a partir de técnicas tradicionales en diversas culturas, como la árabe, suramericana o china.

Sin embargo, lo que sabemos con certeza es que el crochet tal como lo conocemos hoy comenzó a popularizarse en Europa durante el siglo XVI.

Fue en la Francia del siglo XVII donde el crochet tomó un nuevo giro.

En medio de una época de conflictos y cambios, la fabricación de encajes crochetage floreció gracias a la técnica del tambouring, que empleaba un ganchillo para bordar con hilo. De hecho, la palabra «crochet» proviene del francés antiguo «croche,» que significa «gancho.»

Pero aquí viene un detalle interesante: la palabra «crochet» no se utilizó en toda Europa.

En Holanda se le llamaba «haken,» en Dinamarca «haekling,» en Noruega «hekling,» y así sucesivamente.

España tenía su propio término: «ganchillo.»

El crochet continuó su evolución y en 1824, la revista Penélope publicó los primeros patrones de crochet.

A partir de ese momento, la técnica se popularizó, convirtiéndose en una fuente de ingresos esencial en hogares de Irlanda y Francia, especialmente en tiempos difíciles marcados por guerras y malas cosechas.

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Pero no todo fue un camino fácil…

El crochet comenzó a ser despreciado, considerado una «imitación» de tejidos más costosos.

Sin embargo, la reina Victoria del Reino Unido salió en su defensa, convirtiéndose en una entusiasta del crochet y comprando prendas tejidas a crochet de Irlanda.

En medio de la historia del crochet, la Gran Hambruna Irlandesa de 1845 a 1849 fue un punto de inflexión crucial…

El crochet se convirtió en un medio de subsistencia para aquellos que no podían emigrar.

Se formaron grupos, se crearon escuelas y el número de maestros crocheteros irlandeses aumentó en todo el mundo.

En este viaje a través del tiempo, mademoiselle Riego de la Branchardière jugó un papel destacado….

Tomando diseños de agujas y encajes de bolillos, los convirtió en patrones de crochet.

Publicó libros que incluían instrucciones para tejer prendas en lana, dejando su huella en la historia del crochet.

Con el cambio de siglo, los tejidos a crochet se volvieron más elaborados en textura y diseño, reflejando la evolución de la moda y los gustos.

Pero el crochet aún tenía sorpresas reservadas…

En el siglo XX, Japón abrazó el crochet como parte de su cultura kawaii, centrada en lo lindo y adorable.

Los amigurumis, pequeños muñecos tejidos a crochet, se convirtieron en una sensación global, trayendo alegría y ternura a todos los rincones del mundo.

Así, la historia del crochet sigue tejiéndose, una tradición que ha perdurado a lo largo de milenios, un testimonio de la creatividad y la habilidad humanas, y una celebración de la belleza que se puede crear con un simple ganchillo y un hilo de lana.

La moda y la historia están llenas de sorprendentes transformaciones a lo largo del tiempo. 

Cómo ves…

el crochet ha resistido el paso del tiempo y ha evolucionado para convertirse en una forma de expresión artística y una fuente de relajación y creatividad para todos.

Ahora bien…

No siempre ha existido la posibilidad de aprender crochet tan fácilmente…

Además, como has visto, se aprendía por necesidad…

Para poder sobrevivir, no morir de frío y tener algo que ponerse en muchas ocasiones. Las manos habilidosas tejían no solo prendas, sino también historias de vida.

Hoy, afortunadamente, tenemos la posibilidad de aprender crochet casi en cualquier parte…

Pero cuando elegimos una formación, debemos inspirar a quien la recibe. Deben ofrecer una visión que te permita desarrollar tu creatividad con lo aprendido.

No hay trucos, atajos ni plantillas mágicas.

Una formación que se limita a decir «replica lo que hace mi prima que le fue muy bien» no tiene valor. Las formaciones deben inspirar y abrir la mente, no al contrario.

Recuerda, hay un estudio que demuestra que los niños entran más creativos a la escuela de lo que salen. Esto también sucede en el mundo del crochet.

Por supuesto, existen grandes formaciones, pero lamentablemente la mayoría son simples réplicas, y por eso la mayoría acaba haciendo y diciendo las mismas cosas. La verdadera innovación radica en la creatividad.

En una formación, lo importante es que aprendas y que tu mente dé vueltas…

Así es como avanzamos, cómo nos superamos a nosotros mismos. No es replicando, es creando con pasión y creatividad.

Así que, si te interesa más información de los cursos puedes suscribirte para recibirla.

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